● El nutricionista y catedrático en Ciencias del Deporte de la Universidad Europea, Vicente Javier Clemente, alerta sobre el uso de suplementos sin acompañamiento profesional.
● “El consumidor debe desconfiar de efectos milagrosos, revisar siempre la composición, la dosis y el respaldo de clasificaciones oficiales”.
Con la popularización del fitness y el culto al cuerpo, el deporte ha dejado de ser un territorio exclusivo de los atletas de alto nivel, para convertirse en una aspiración global. A este cambio le ha seguido la expansión de la industria de los suplementos deportivos. Sin embargo, esta democratización de los complementos nutricionales trae consigo nuevos desafíos y algunas advertencias.
Vicente Javier Clemente, nutricionista catedrático en Ciencias del Deporte de la Universidad Europea, sostiene que la suplementación no debe sustituir nunca una dieta equilibrada. “Lo fundamental es entender que el suplemento no sustituye al entrenamiento, la alimentación o el descanso. En muchos casos, una alimentación bien planificada cubre los requerimientos sin necesidad de suplementos”, recalca el experto.
En muchas ocasiones, surge la cuestión sobre si las proteínas del huevo o de los carbohidratos son suficientes, la primera pregunta antes de recurrir a suplementos dietéticos que recomienda el profesor de la Universidad Europea a todo deportista, profesional o amateur, es: “¿son adecuados para mí?”. Clemente señala que estos productos están indicados en tres contextos muy concretos:
- Cuando la dieta habitual no cubre ciertas demandas fisiológicas concretas.
- Cuando el nivel de exigencia o frecuencia del entrenamiento requiere un rendimiento o recuperación más precisos.
- Cuando el atleta ha alcanzado un estado físico y de entrenamiento avanzado.
“El problema no es el suplemento en sí, sino cómo se toma y por qué”, explica Vicente Javier Clemente. “Un mal uso puede acarrear molestias digestivas, provocar interacciones con medicamentos o enfermedades previas, e incluso llevar a sobredosis, sobre todo con los suplementos para antes de entrenar mal regulados”.
En este sentido, el catedrático de la Universidad Europea alerta del creciente consumo impulsivo, “el consumidor debe desconfiar de efectos milagrosos y revisar siempre composición, dosis y clasificaciones oficiales”. Para ello recomienda acudir a la lista de suplementos clasificada por el Australian Institute of Sport (AIS), referente en investigación deportiva. Esta institución desarrolló, a comienzos de los 2000, un sistema reconocido por su rigor científico y actualización constante, que evalúa cada suplemento en cuatro niveles ABCD, según su eficacia, seguridad y legalidad.
Entre los suplementos con mayor respaldo científico -Grupo A- figuran la creatina monohidrato, la beta-alanina, el bicarbonato sódico, los nitratos (como la remolacha) o la cafeína, ya sea líquida o en cápsulas. También se incluyen los suplementos de proteínas y los carbohidratos presentes en bebidas isotónicas.
Sin embargo, Clemente insiste en que la educación nutricional, guiada en un primer momento por un profesional, es esencial: “La clave está en personalizar, es decir, no todo suplemento sirve para cualquiera, omitir la evaluación profesional puede suponer un riesgo, sobre todo en personas con enfermedades cardiovasculares, renales, hepáticas o psiquiátricas, así como, por supuesto, en menores”, concluye el nutricionista.
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