• La demanda mundial de energía creció un 2,2 % en 2024, impulsada por temperaturas extremas y la mayor actividad industrial, entre otros aspectos, según la Agencia Internacional de la Energía.
  • El verdadero desafío energético está en adaptar y reforzar las redes eléctricas para sostener el crecimiento de las energías renovables, sostiene Juan José Coble, profesor de la Universidad Nebrija.
  • La Universidad Nebrija y ENGIE España han creado recientemente la Cátedra ENGIE-Nebrija de Energía y Transición Justa, con el objetivo de impulsar la investigación y la innovación en el ámbito de la transición energética.

Durante 2024, América Latina sufrió fuertes apagones en varias regiones. En Ecuador, por ejemplo, se registraron cortes de electricidad de hasta 14 horas. En Europa, una interrupción generalizada del suministro eléctrico dejó sin luz recientemente a millones de personas en España, Portugal y sur de Francia. Aunque estos eventos generan preocupación, expertos advierten de que no son señales de una crisis energética global, sino el resultado de los retos estructurales que plantea la transición hacia un modelo basado en energías renovables. Así lo explica Juan José Coble, profesor del área de Energía y Medio Ambiente de la Universidad Nebrija.

Según el estudio Global Energy Review 2024, publicado por la Agencia Internacional de la Energía, la demanda mundial de energía creció un 2,2 % durante el pasado año, superando el promedio de la última década. Este aumento estuvo impulsado por factores como las temperaturas extremas, que incrementaron el uso de sistemas de refrigeración, el crecimiento industrial, la electrificación del transporte y la expansión del sector de los centros de datos.

Para Coble, el verdadero reto no es la generación, sino la modernización de las redes eléctricas, que deben ser capaces de acompañar el crecimiento de las energías limpias y la demanda actual. “Estamos ante un nuevo paradigma de cambio de energía fósil a renovable, y en este sentido están remando todas las economías del planeta. Conviene aprender a depender de nosotros mismos en términos energéticos, sin facturas ni dependencias derivadas de comprar productos energéticos a terceros países. Esto se consigue introduciendo en el mix energético de cada país una contribución, cada vez mayor, de energías renovables. Y es que la seguridad nacional comienza con la seguridad energética, tanto en generación como en suministro”, detalla el experto.

Aunque los apagones generan alarma pública, Coble recuerda que incidentes eléctricos ocurren todos los días en redes de todo el mundo. La diferencia está en cómo se gestionan. “Los técnicos, con el apoyo de sistemas de seguridad como redes malladas, redundancias y protecciones selectivas, suelen restablecer el equilibrio rápidamente. Pero una red eléctrica 100 % segura es infinitamente cara y, no queremos ni podemos primero crearla, segundo mantenerla y después trasladar este valor/coste a los ciudadanos. Las redes deben irse adaptando a la mayor presencia de renovables aproximadamente a la misma velocidad a la que se instalan estas energías”. Añade que las condiciones climáticas extremas, como sequías o incendios forestales, también representan un desafío creciente. Estos fenómenos afectan tanto a la generación como a la distribución eléctrica, especialmente en los sistemas hidráulicos.

En este contexto de transformación energética, la colaboración entre la academia y la industria es fundamental. Por ello, la Universidad Nebrija cuenta con una alianza estratégica con ENGIE España, plasmada en la creciente creación de la Cátedra ENGIE-Nebrija de Energía y Transición Justa.

Esa iniciativa tiene como fin promover el intercambio de conocimientos a nivel nacional y regional, mediante la publicación de informes divulgativos, artículos científicos y libros temáticos. Todo ello con el fin de facilitar la transferencia de conocimiento y apoyar el desarrollo de una transición energética justa y sostenible.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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