Por: Vanesa Gallardo, docente de la Business School de la UIDE

Ecuador se consolida como uno de los países con mayor actividad emprendedora en América Latina y el mundo, según el último informe del Global Entrepreneurship Monitor (GEM) Ecuador 2024/2025. Con una tasa de emprendimiento temprano (TEA) del 33,37%, superando el promedio latinoamericano, con una distribución casi equitativa entre hombres y mujeres.

Cuando se habla de Ecuador como un país emprendedor, no se trata de un simple lugar común. Los datos del más reciente Global Entrepreneurship Monitor (GEM) Ecuador 2024–2025 confirman que estamos ante una de las naciones con mayor dinamismo emprendedor en América Latina y el mundo, con una tasa de actividad emprendedora temprana (TEA) del 33,37%. Este indicador no solo supera el promedio regional, sino que se sitúa por encima de economías más desarrolladas. Sin embargo, ¿qué nos dicen realmente estos números?

A primera vista, el panorama parece alentador: hombres y mujeres se lanzan a emprender casi por igual, y el empuje se concentra principalmente entre jóvenes adultos de entre 25 y 44 años. Pero basta con rascar un poco la superficie para entender que esta energía emprendedora, aunque vibrante, nace más del instinto de supervivencia que de una cultura sólida de innovación y estrategia empresarial. El 90,55% de quienes emprenden lo hacen porque no encuentran empleo. Es decir, el emprendimiento en Ecuador sigue siendo, en su mayoría, una respuesta ante la escasez, no una elección motivada por oportunidades de transformación o generación de valor. Esto revela una verdad incómoda: más que un país de emprendedores por vocación, somos un país de emprendedores por obligación.

Uno de los datos más reveladores del informe GEM es el nivel de formación de los emprendedores: apenas el 25,6% cuenta con estudios superiores. Este factor es determinante para la sostenibilidad de los negocios, su capacidad de escalar y su potencial para innovar. Por otro lado, la digitalización, aunque reconocida como tendencia inevitable, aún no cala hondo. Solo el 9% de los emprendedores considera la inteligencia artificial como parte clave de su estrategia.

Aunque las mujeres representan la mitad de la actividad emprendedora en el país, siguen enfrentando barreras estructurales más complejas: menor acceso a financiamiento, escasa presencia en redes de apoyo empresarial y una sobrecarga en los roles de cuidado que limita su desarrollo. El enfoque de género debe dejar de ser una nota al pie en las políticas públicas y convertirse en eje transversal de todo el ecosistema emprendedor.

Vanesa Gallardo, docente de la Business School de la UIDE, menciona que informe GEM también evidencia los obstáculos del entorno: exceso de burocracia, falta de financiamiento, incentivos insuficientes para innovar. Estos factores deterioran el clima para emprender con visión de futuro. Las recomendaciones son claras: invertir en educación emprendedora desde edades tempranas, simplificar procesos regulatorios, abrir canales de crédito más accesibles y promover una cultura que celebre la innovación como un bien común.

Frente a este diagnóstico, el rol de la sociedad es ineludible. Necesitamos dejar atrás los discursos motivacionales vacíos y apostar por un modelo de formación que cultive pensamiento estratégico, responsabilidad social y competencias digitales. Solo así podremos convertir el emprendimiento en una opción de vida sostenible, y no solo en una salida de emergencia. Ecuador es un país que no deja de emprender, pero que aún no ha terminado de despegar. Las cifras nos llenan de esperanza, pero también nos convocan a la acción.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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