¿Por qué hay personas consideradas “pobres felices”? Investigaciones lideradas por Jorge Guardiola Wanden-Berghe explican este fenómeno en comunidades donde, a pesar de bajos ingresos, destacan redes familiares sólidas, cercanía con la naturaleza, valores espirituales y un fuerte sentido de colaboración colectiva. En países con altos índices de felicidad como Costa Rica o Cuba, el acceso a salud pública de calidad y la vida comunitaria también favorecen la satisfacción global.

Según el experto, la felicidad se evalúa a través de escalas subjetivas como Cantril o Gallup, que miden la satisfacción vital, el equilibrio emocional y el propósito de vida. Preguntas como “¿Disfrutó ayer?” o “¿Se siente respetado?” permiten construir indicadores de bienestar que combinan variables de salud, empleo, entorno, autonomía y cohesión social.

Entre las comunidades más destacadas, se encuentran grupos kichwas en Ecuador, que practican la minga (trabajo colectivo) y cultivan huertos familiares (chakras) para lograr autosuficiencia alimentaria, fortaleciendo así la satisfacción colectiva. Marruecos, Costa Rica o Cuba también son ejemplo de cómo la cohesión social y el acceso a servicios esenciales generan dignidad y seguridad percibida.

El papel de la familia y las redes sociales es fundamental. Las personas que sienten respaldo tienen el doble de probabilidad de reportar días satisfactorios, gracias a valores como la reciprocidad y el cuidado mutuo, considerados pilares del bienestar colectivo.

Respecto a la comparación con países más ricos, Guardiola subraya que su efecto varía según el marco cultural: en sociedades centradas en el consumo, compararse reduce la satisfacción, mientras que, en comunidades con valores indígenas o solidarios, la comparación externa apenas impacta.

La autosuficiencia mediante actividades comunitarias, como pequeños emprendimientos, favorece el control de recursos propios, eleva el sentido de propósito y reduce el estrés asociado al consumo, generando mayor autonomía.

Los principales indicadores de bienestar en contextos de recursos limitados incluyen:

  • satisfacción con la vida
  • emociones positivas
  • salud autopercibida
  • apoyo social
  • identidad cultural
  • participación comunitaria
  • espiritualidad
  • conexión con la naturaleza
  • seguridad alimentaria
  • percepción de autonomía y justicia social

En zonas rurales, donde predominan valores colectivos, menor presión por el consumo y mayor colaboración, se observa mayor felicidad sostenida, a diferencia de los entornos urbanos con individualismo, competitividad y estrés más elevados.

Finalmente, las políticas públicas también juegan un rol decisivo: garantizar servicios básicos, reconocer las identidades culturales y fomentar la gestión comunitaria de recursos impulsa la confianza, la justicia percibida y la felicidad general.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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