La participación de niñas desde edades tempranas en las bandas de paz de los planteles educativos fiscales se consolida como una tendencia creciente en la Zona 8, promoviendo la disciplina, el trabajo en equipo y el liderazgo femenino. Destacan las unidades educativas fiscales Provincia de Tungurahua, Provincia de Azuay y el Colegio Alfredo H. Simmonds, que han abierto espacios inclusivos para que las niñas formen parte integral de estas tradicionales bandas.
Un claro ejemplo es Bruna Estrada Suqui. Con tan solo seis años, la estudiante de la Unidad Educativa Fiscal Provincia de Azuay, ensaya dos veces por semana con entusiasmo cada movimiento para convertirse en la mejor bastonera, dominando desde la marcación de punta hasta los pasos de bastón al ritmo de la música folclórica que suena desde las liras y tambores que tocan sus compañeros. “Me encanta el baile y de grande quiero ser bailarina. Esto me hace sentir con más energía y fuerza”, comparte con ilusión. Su dedicación es respaldada por su madre Sandra Suqui y el instructor Henry Toledo, quien resalta el compromiso y la perseverancia de Bruna y otras cinco niñas entre 6 y 9 años.
Toledo explica que, desde el año pasado, cerca de 195 estudiantes participan activamente en bandas de paz y bastoneras, un reflejo del éxito de esta iniciativa. “Este proceso no solo impulsa el desarrollo musical y físico de las niñas, sino que también fortalece valores fundamentales como la constancia, el trabajo en equipo y la autoestima, desde los primeros años escolares”, añade.
Otra historia inspiradora es la de Victoria Ríos, de nueve años, bastonera de la Unidad Educativa Provincia de Tungurahua. Ella fue campeona del “Primer Intercolegial de Bandas de Paz”, organizado por la Subsecretaría de Educación de Guayaquil. Su liderazgo y dedicación motivaron a muchas otras niñas a unirse a la banda. “Hace dos años ella fue la primera en acercarse a la profesora para pedir ser parte de la banda. Ahora es más ordenada, sociable y su timidez ha desaparecido gracias al compañerismo”, comenta orgullosa su instructora, Adriana Plaza.
Camila Matamoros, de siete años, también comparte su entusiasmo: “El movimiento del bastón me llamó mucho la atención. Le pedí a mi mamá que me inscribiera el año pasado y me hace sentir feliz cuando nos presentamos”. Actualmente representan a su plantel en el concurso de bandas de paz organizado por la Gobernación del Guayas por las Fiestas de Guayaquil.
Adriana Plaza explica que, más allá del aprendizaje musical, se fomenta el trabajo en equipo y el sentido de pertenencia: “Les hago entender que representan a una institución y esto involucra también a las familias, promoviendo la unión y colaboración. Además, aprenden a ser líderes y colaboradoras desde pequeñas”.
Para formar parte de la banda, las niñas deben mantener un promedio académico de 8.5 en adelante y cumplir con puntualidad sus ensayos. En tiempo de competencias, los ensayos se intensifican para preparar a las estudiantes al máximo nivel.