- Una encuesta del Ministerio de Cultura y Patrimonio (MCYP) determinó que en Ecuador se lee en promedio un libro completo y 2 libros incompletos al año.
- Según dicho informe, una muestra de 15 492 viviendas revela que solamente el 57.5% de los ecuatorianos lee libros.
La lectura continúa siendo una herramienta fundamental para el desarrollo intelectual, la formación del pensamiento crítico y la construcción de ciudadanos informados, pese a los cambios de hábito que impone el entorno digital. En 2025, las nuevas tecnologías han ampliado considerablemente las posibilidades de acceso a la literatura y han democratizado el acceso a la lectura, pero también plantean desafíos en cuanto a la calidad de la experiencia lectora y la profundidad de la comprensión, especialmente entre los más jóvenes. En Ecuador las cifras de ciudadanos con hábitos lectores son bajas, según un informe del Ministerio de Cultura y Patrimonio.
En este contexto, la Profª. Dra. María Xesús Bello Rivas, investigadora y coordinadora académica del Observatorio Nebrija del Español de la Universidad Nebrija ofrece un análisis respecto a los nuevos desafíos de los usuarios para adquirir hábitos de lectura.
Según la profesora, una de las causas por las que cada vez más personas se alejan de la lectura es el desplazamiento de la atención hacia otros formatos de ocio digital. “El tiempo que antes se dedicaba a la lectura prolongada se destina ahora a redes sociales, plataformas de vídeo o videojuegos. No se trata únicamente de falta de tiempo, sino de una menor predisposición a la concentración sostenida que exige el acto lector”, asegura la investigadora.
Por otro lado, el acceso económico y social a los libros sigue siendo una barrera, especialmente en contextos de menores recursos. Sin embargo, la tecnología móvil está democratizando el acceso en regiones donde antes era impensable, revelando la importancia de repensar las políticas de fomento lector desde una perspectiva más inclusiva y digital. “En muchos contextos, especialmente en países en desarrollo, leer desde el móvil es la única vía de acceso posible, y no por ello menos significativa”, explica Bello Rivas.
Finalmente, la familia y los espacios comunitarios son esenciales para transmitir el amor por la lectura. Aunque estos entornos tradicionales se han visto debilitados por cambios sociales y el auge del entretenimiento digital, están surgiendo nuevas formas híbridas —clubes virtuales, comunidades en redes sociales, proyectos de mediación digital— que permiten reconstruir el tejido lector. El reto, concluye Bello Rivas, es no perder la dimensión colectiva y afectiva de la lectura, aunque cambien los soportes y formatos.