En los hogares ecuatorianos, los sonidos anuncian la llegada de diciembre incluso antes de que el calendario lo confirme. El repique de una olla al preparar la cena, las risas de los niños corriendo por el patio, los villancicos que se cuelan por la radio o el inconfundible ritmo de “La banda mocha” marcando la cuenta regresiva del fin de año, activan recuerdos que nos conectan con quienes somos y con lo que hemos vivido.
De acuerdo con Amy Belfi, neurocientífica de la Universidad de Ciencias y Tecnología de Missouri, la música navideña suele despertar memorias autobiográficas ligadas a la infancia y a la familia. Ese fenómeno, conocido como “golpe de reminiscencia”, influye directamente en cómo nos sentimos: si los recuerdos que emergen son positivos, también lo será nuestra experiencia emocional.[1]
En este contexto, el bienestar auditivo se convierte en un componente esencial de la salud emocional y social. Escuchar bien permite mantenernos conectados con la familia, disfrutar plenamente de los encuentros y participar activamente en las tradiciones que dan sentido a estas fechas.
“En esta época, muchos pacientes nos cuentan que extrañan sonidos que antes los emocionaban, como los villancicos o las voces de sus nietos”, afirma Ariana Araujo, audióloga de GAES. “Por eso insistimos en que una revisión auditiva a tiempo no solo previene complicaciones, sino que devuelve la posibilidad de vivir plenamente momentos que forman parte de nuestra identidad cultural”.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que alrededor de 430 millones de personas en el mundo padecen pérdida auditiva que afecta su capacidad para escuchar con claridad; es decir, cerca del 5% de la población global. Además, se proyecta que esta cifra aumentará debido al envejecimiento poblacional y a la exposición constante a ruidos nocivos. La pérdida auditiva impacta la comunicación, la calidad de vida y la salud mental, afectando la forma en que las personas se relacionan con su entorno.[2]
Es así que surge la importancia del cuidado auditivo, un canal que también aviva e impacta las emociones. La especialista de GAES comparte algunas recomendaciones para cuidar los oídos y mantener vivo el sonido de las historias familiares:
- Evitar la exposición prolongada a ruidos fuertes, como juegos pirotécnicos o música a alto volumen.
- Usar protectores auditivos durante espectáculos con fuegos artificiales o cuando haya parlantes potentes.
- Regalar tiempo y conversación: escuchar y ser escuchado también es un acto de bienestar emocional.
- Realizar una revisión auditiva preventiva, especialmente si se percibe dificultad para oír con claridad.
“Detrás de cada sonido hay una historia, y mantenerla viva depende de nosotros. Este diciembre, GAES invita a cuidar la audición y a seguir escuchando con responsabilidad lo que realmente importa: la vida, en todas sus formas”, concluye Araujo.
En Ecuador, donde la Navidad y el fin de año se viven entre tambores, maracas, pasacalles, misas del gallo y el característico bullicio de la quema del año viejo, escuchar es participar de una herencia cultural que sigue latiendo. Estas fiestas son la ocasión perfecta para agradecer la capacidad de oír y protegerla, para continuar disfrutando de la música, las voces y los recuerdos que construyen la identidad.
[1] https://tupelomusicacademy.com/2024/12/04/the-power-of-music-during-the-holiday-season/
[2] https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/deafness-and-hearing-loss
