Expertos advierten sobre la importancia de fortalecer estrategias basadas en evidencia científica para combatir la 2da causa de muerte en mujeres por cáncer en el Ecuador.

El cáncer de cuello uterino continúa siendo una de las principales amenazas a la salud de las mujeres Ecuatorianas, a pesar de ser una enfermedad altamente prevenible y tratable si se detecta a tiempo. Frente a esta realidad, el país ha dado pasos importantes con la aprobación del Plan Nacional de Cáncer de Cuello Uterino, pero los desafíos en su implementación aún persisten.

Según datos del Ministerio de Salud Pública de Ecuador, el cáncer de cuello uterino es la segunda causa de muerte por cáncer en mujeres. Solo en 2022, se diagnosticaron 1.792 nuevos casos y se registraron 939 fallecimientos, lo que equivale a una tasa de mortalidad superior al 52%. Estas cifras reflejan la urgente necesidad de fortalecer las estrategias de prevención, detección temprana y acceso oportuno a tratamientos.

El Dr. Iván Palacios, salubrista, profesor de la Escuela de medicina de la USFQ, Coordinador del Internado y Coordinador de programas de Vinculación con la Sociedad, advierte que la prevención debe ocupar un lugar central en las políticas públicas de salud. “La prevención es más costo-efectiva que el tratamiento en etapas avanzadas. Garantizar la detección temprana es una inversión en la salud y el futuro del país”, afirma.

Según el Tarifario Nacional, el costo estimado por paciente para la prevención del cáncer cervicouterino —incluyendo tamizaje con test molecular, seguimiento y tratamiento de lesiones precancerosas— puede alcanzar hasta USD 300. En contraste, el tratamiento de un caso en estadio avanzado de cáncer cervical puede oscilar entre USD 30.000 y 100.000, dependiendo de la complejidad clínica y las necesidades terapéuticas.

Esta diferencia evidencia el alto impacto económico que tiene la prevención oportuna frente al tratamiento tardío, y refuerza la importancia de invertir en estrategias de tamizaje sostenibles y efectivas.

Desde la academia, se promueven acciones clave para contribuir a este objetivo, como la implementación de pruebas moleculares de detección del virus del papiloma humano (VPH), la formación continua del personal de salud y el desarrollo de campañas de concienciación comunitaria.

“El rol de la academia no se limita a formar médicos, sino a generar evidencia científica que permita evaluar el impacto de las políticas públicas y proponer mejoras sostenibles”, señala el Dr. Palacios. Asimismo, enfatiza en la necesidad de fortalecer la colaboración entre instituciones académicas, el sistema de salud pública y las autoridades sanitarias.

El Dr. Iván Palacios ha desarrollado un estudio desde la Universidad Sanfrancisco de Quito y el Hospital Eugenio Espejo, sobre la aceptabilidad de la prueba de auto toma para detección del VPH en mujeres de zonas rurales, cuyos resultados aportan evidencia clave sobre la viabilidad y pertinencia de esta estrategia en contextos de difícil acceso.

El enfoque en prevención no solo tiene un impacto en la salud física de las mujeres, sino también en su bienestar social y económico. Muchas de las pacientes diagnosticadas en etapas avanzadas son mujeres en edad productiva, madres y sostén de hogar, por lo que prevenir esta enfermedad contribuye directamente al desarrollo de sus familias y comunidades. Asegurar el acceso equitativo a pruebas de detección, educación y atención oportuna es un compromiso que el país debe asumir con urgencia y determinación.

El llamado a la acción es claro: se requiere una inversión sostenida, planificación estratégica y un compromiso interinstitucional para reducir la carga del cáncer de cuello uterino en Ecuador. La academia está lista para acompañar este proceso, aportando conocimiento, investigación y formación profesional.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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