En Cuenca, la ciudad de Ecuador atravesada por cuatro ríos, sus habitantes formaron un quinto río en alusión a los miles de asistentes a la gran marcha por el agua y en contra del proyecto minero Loma Larga.
Fue una convocatoria multitudinaria: la gran marcha por el agua en Cuenca reunió a casi 100.000 personas, en su mayoría ciudadanos, que se congregaron en las calles de la capital azuaya. Protestaron en contra del proyecto minero Loma Larga, y para proteger las fuentes hídricas de Quimsacocha.
En Cuenca, una ciudad de la Sierra de Ecuador atravesada por cuatro ríos, a sus habitantes les gusta usar una figura para referirse a las grandes concentraciones: en lugar de decir que hubo miles de personas, dicen que se formó «un río de gente».
Y esto fue lo que ocurrió el 16 de septiembre, cuando Cuenca formó un ‘quinto río’ en alusión a las miles de personas que se volcaron a las calles, para rechazar el proyecto Loma Larga.
Marcharon por las avenidas y plazas de Cuenca pese a que horas antes el presidente Daniel Noboa declaró un estado de excepción, para frenar protestas contra su decisión de eliminar el subsidio al diésel.
Este martes, si bien amaneció lluvioso y nublado, antes de las 08:00 ya había grupos de personas concentrados en San Roque, un tradicional barrio de Cuenca que en otras ocasiones ya ha sido el punto de encuentro de los colectivos que llevan décadas en su lucha contra la minería.
Hubo una ceremonia ancestral y en pocos minutos, las calles se llenaron de gente. La avenida Loja, la 12 de Abril, el Paseo 3 de Noviembre se abarrotaron de cuencanos con carteles que decían ‘Kimsacocha no se toca’, ‘Cuenca ya decidió ‘, ‘El agua es vida’, ‘Sin agua no hay futuro’, y ‘Sin agua no se cocina el mote’.
Sin una cabeza visible, la marcha arrancó poco antes de las 10:00 y avanzó al centro de Cuenca, al sur de Ecuador. En la ciudad, las principales calles estaban cerradas a los vehículos y había un silencio poco habitual para ser un día laborable.
Las proclamas de los marchantes, los cantos y las batucadas dieron paso a una ruidosa multitud. Mientras unos cantaban, otros lanzaban consignas en contra del Gobierno o la empresa minera canadiensa Dundee Precious Metals., a cargo de la concesión en Loma Larga.
Si bien el Gobierno de Daniel Noboa anunció que frenaría el proyecto minero, los manifestantes piden ahora que se revoque por completo la licencia ambiental que tenía la empresa.
El proyecto Loma Larga está ubicado en tres cantones de Azuay. Las concesiones de Dundee rodean el Área Nacional de Recreación Quimsacocha, que es gran importancia ambiental para la zona.
En el yacimiento se han encontrado minerales metálicos como cobre y oro. El estudio de factibilidad, completado en 2020, indica que Loma Larga tiene el potencial de producir un promedio anual de aproximadamente 200,000 onzas de oro en sus primeros cinco años de operación.
Autoridades no encabezaron la marcha
El centro de Cuenca se llenó de una multitud diversa: desde los miembros de las comunidades y organizaciones que siempre se han opuesto a la minería, hasta extranjeros, estudiantes y docentes universitarios, grupos de mujeres, artistas, sindicatos, incluso familias enteras.
No faltaron los funcionarios públicos y los rostros políticos que avanzaban confundidos entre los marchantes.
Aunque las autoridades locales se habían sumado a la convocatoria de la marcha, no la encabezaron. Hubo una suerte de consenso para dejarle el protagonismo a las organizaciones sociales y a la gente. Pero eso no significa que no se hayan hecho sentir.
El alcalde de Cuenca, Cristian Zamora, instaló una tarima en las calles Sucre y Padre Aguirre, desde donde se dirigió a la multitud. «Cuenca ha dado un mensaje claro y contundente… y este proyecto no se va a hacer. Que no levanten a un león que estaba tranquilo y el día de hoy ruge», expresó.
La Prefectura del Azuay también montó su propia tarima, en la calle Bolívar, que se convirtió en un escenario de presentaciones artísticas. El prefecto del Azuay, Juan Cristóbal Lloret, reiteró su llamado al Gobierno para que revierta la licencia ambiental y no permita el avance del proyecto minero Loma Larga.
La marcha se concentró en la plaza San Francisco, a dos cuadras del Parque Calderón en el centro de la ciudad, y donde había otra tarima. Allí estaban organizaciones sociales que han estado desde hace años en contra de las actividades mineras en Azuay.
Dos representantes ciudadanos leyeron un manifiesto dirigido al Gobierno, en el que reiteran sus exigencias: que el Gobierno revierta la licencia ambiental del proyecto minero Loma Larga y frene toda actividad extractiva en Quimsacocha.
Adultos mayores y la iglesia presentes
Fue una marcha llena de simbolismos. Estuvo presente el monseñor de Cuenca, Marcos Pérez Caicedo, para bendecir el agua, poco antes de una masiva misa en la Catedral, presidida por el cardenal Luis Cabrera.
Una concentración de ese tipo solo se compara con la convocatoria del tradicional Pase del Niño de cada 24 de diciembre, recordó el monseñor Pérez: «El quinto río de Cuenca se adelantó a septiembre».
En esta marcha hubo muchos rostros ciudadanos y queridos de la capital azuaya, como el de Flor María Salazar, una de las primeras mujeres en estudiar en el colegio Benigno Malo, donde años después se desempeñó como docente.
También es una reconocida química farmacéutica y es dueña de la tradicional Botica Olmedo, en el corazón de la ciudad. Ella desfiló en el último grupo de personas, subida en un auto clásico, y rodeada del cariño de las personas.
Las ideas y sentimientos también se plasmaron en carteles y tomaron especial protagonismo, como el pequeño que hizo la niña Carmen Victoria junto a su familia y la frase «queremos agua».
Había otro cartel de hilo y goma que hizo Esperanza Orrego con la frase: «Sin agua no hay presente. Sabiduría activa».
¿Qué llevó a tantas personas a las calles de Cuenca?
Esta Marcha por el Agua tiene una característica particular: logró movilizar a una sociedad diversa en Cuenca. Movió a personas de diferentes edades, estratos, tendencias políticas en torno a un símbolo: el agua.
A la pregunta de: ¿por qué salió a la marcha?, la respuesta que dieron a PRIMICIAS los asistentes a la concentración fue similar. «El agua de Cuenca es un patrimonio, es sagrada», expresó Manuel Freire, quien llegó con toda su familia.
La Marcha por el agua en Cuenca llenó decenas de cuadras. Cuatro horas después del inicio del recorrido aún había grupos de personas saliendo desde San Roque, pese a los momentos de lluvia, el viento y el sol que llegó luego del mediodía.
Hasta el cierre de esta publicación, la marcha aún no terminaba. En la plaza San Francisco se desarrollaba un programa artístico, mientras algunos grupos de las comunidades se retiraron a compartir una pampamesa, una tradición indígena para compartir alimentos.
Fuente Primicias