Durante años, la delgadez se relacionaba con un buen estado de salud; sin embargo, esta percepción puede ser engañosa puesto que hay diferentes factores que deben analizarse. El verdadero indicador del estado físico no es solo el peso, sino la composición corporal, que analiza la proporción entre masa grasa y masa muscular.
Este enfoque es más preciso que el índice de masa corporal (IMC), que únicamente relaciona peso y altura sin diferenciar entre grasa, músculo ni su distribución. Una persona con IMC normal puede presentar un alto porcentaje de grasa visceral, la cual es metabólicamente activa y se asocia con resistencia a la insulina, inflamación crónica y mayor riesgo cardiovascular.
De esta forma, esta distribución adiposa puede dar lugar a la llamada obesidad metabólicamente obesa con peso normal (MONW), en la cual el individuo presenta alteraciones metabólicas similares a las de la obesidad, pese a tener un IMC dentro del rango saludable, por lo que, aunque alguien luzca delgado, su metabolismo puede estar en riesgo.
La Dra. Cecilia Solís-Rosas García, médica endocrinóloga y Miembro del Consejo Consultor de Nutrición de Herbalife, explica que: “El aumento de la grasa visceral suele estar relacionado con el consumo excesivo de alimentos ricos en azúcares y grasas, que favorecen este tipo de depósito incluso cuando el peso total parece normal. Además, la falta de actividad física regular es un factor de riesgo importante para el desarrollo de esta condición”.
De acuerdo con publicaciones del European Heart Journal y del Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle, las personas clasificadas con “peso normal” por el IMC pueden tener un porcentaje de grasa elevado en relación con una baja masa muscular, lo que aumenta los riesgos de enfermedades metabólicas como problemas cardíacos, diabetes e hipertensión, asociados al factor inflamatorio de la grasa. A su vez, la reducción de la masa muscular incrementa la probabilidad de caídas, fracturas de cadera, discapacidad funcional y mortalidad precoz.
¿Cómo enfrentar el problema?
Es fundamental evaluar la composición corporal y no basarse únicamente en el IMC como herramienta diagnóstica o de seguimiento. También es importante hacer cambios en el estilo de vida:
- Adoptar una alimentación equilibrada, con alimentos nutritivos, y garantizar una ingesta adecuada de proteínas, calcio, vitaminas y minerales.
- Realizar actividad física de forma regular (150 a 300 minutos semanales), independientemente del número en la balanza.
- Controlar el estrés.
- Priorizar de 7 a 9 horas de sueño de calidad.
- Realizar un monitoreo de la composición corporal periódico, por ejemplo, utilizando una balanza de bioimpedancia con el acompañamiento de un profesional de la salud.
