Por Pablo Hidalgo-Romero, PhD (c) Catedráticos Business School UIDE

En un contexto económico cada vez más complejo y digitalizado, la educación financiera se ha convertido en una herramienta esencial para la toma de decisiones responsables y sostenibles. Sin embargo, en Ecuador, la mayoría de los jóvenes universitarios carece de los conocimientos y habilidades necesarias para gestionar adecuadamente sus finanzas personales, lo que plantea un desafío significativo para las instituciones de educación superior.

Según datos del Banco Central del Ecuador, el 43% de los jóvenes entre 18 y 25 años no cuenta con conocimientos financieros básicos[1]. Esto significa que no comprenden conceptos clave como los intereses que se aplican a los préstamos, cómo calcular el interés simple o el compuesto, ni la relación entre riesgo y rentabilidad. Esta falta de formación se refleja en la limitada capacidad de los estudiantes para administrar sus ingresos, ahorrar e invertir de manera inteligente, afectando directamente su estabilidad económica .

Un estudio realizado por Peñarreta-Quezada et al. (2023) evaluó los niveles de educación financiera en 1.011 estudiantes universitarios ecuatorianos[2], revelando que la mayoría posee un nivel medio de educación financiera, lo que implica habilidades para aplicar conceptos financieros básicos en situaciones cotidianas, pero con limitaciones en escenarios más complejos, a lo anterior se suma que solo 3 de cada 10 ecuatorianos tienen acceso al crédito[3].

El mismo estudio identificó que variables como la edad, el campo de formación y el estatus laboral influyen significativamente en las dimensiones de la educación financiera. Por ejemplo, los estudiantes que combinan estudio y emprendimiento mostraron un mejor desempeño en todas las dimensiones de la educación financiera en comparación con aquellos que solo estudian o trabajan.

También se descubrió que estudiar carreras como economía o administración no garantiza tener mejor educación financiera. De hecho, en algunos casos, los estudiantes de estas áreas obtuvieron peores resultados que quienes estudian otras disciplinas, como ingeniería o medicina. Esto contradice la idea común de que quienes estudian temas relacionados con economía necesariamente saben manejar bien sus finanzas personales.

En términos de inclusión financiera, el 72% de los jóvenes ecuatorianos entre 15 y 29 años ha accedido al menos a un producto financiero, según datos recientes. Esta cifra refleja un nivel relativamente alto de vinculación formal con el sistema financiero. No obstante, este acceso no necesariamente se traduce en un uso responsable o informado de dichos productos, lo que evidencia una brecha entre inclusión financiera y alfabetización financiera. En otras palabras, si bien una mayoría de jóvenes participa del sistema financiero, muchos lo hacen sin contar con las competencias necesarias para tomar decisiones adecuadas sobre endeudamiento, ahorro o inversión.

Se han creado programas de educación financiera desde instituciones del sector público como la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria o el Ministerio de Educación Sin embargo, estos esfuerzos aún no son suficientes para cerrar la brecha existente. La falta de una estrategia nacional coherente y la ausencia de programas estructurados en las universidades limitan el alcance y la efectividad de estas iniciativas.

Pablo Hidalgo-Romero asegura que la universidad representa un entorno ideal para fomentar la educación financiera, ya que los estudiantes se encuentran en una etapa crucial de transición hacia la independencia económica. Integrar contenidos financieros en el currículo académico puede equipar a los jóvenes con las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos económicos actuales y futuros.

Además, la implementación de programas de educación financiera en la universidad puede contribuir a reducir la exclusión financiera. Según un estudio de la Red de Instituciones Financieras de Desarrollo (RFD), el 27% de los ecuatorianos se encuentran excluidos del sistema financiero[4], ya sea por acceso o por el no uso de productos o servicios financieros.

La falta de educación financiera entre los jóvenes universitarios ecuatorianos es un problema que requiere atención inmediata. Las instituciones de educación superior tienen la responsabilidad y la oportunidad de liderar el cambio, integrando programas de educación financiera en sus planes de estudio y promoviendo una cultura de responsabilidad económica entre sus estudiantes.

Solo a través de una educación financiera integral y accesible se podrá empoderar a los jóvenes para que tomen decisiones informadas, eviten el sobreendeudamiento y construyan un futuro económico sólido y sostenible.

[1] Banco Central del Ecuador. 2023. Informe estadístico de inclusión financiera. https://contenido.bce.fin.ec/documentos/Estadisticas/SectorMonFin/InclusionFinanciera/InfEst_IF_092023.pdf

[2] Peñarreta-Quezada et al. 2023.

 “Variables sociodemográficas y niveles de educación financiera en jóvenes universitarios de Ecuador https://www.remef.org.mx/index.php/remef/article/view/920/910

[3] Red de Instituciones Financieras de Desarrollo. 2023. estudio sobre la Inclusión Financiera en el Ecuador 2023 https://www.rfd.org.ec/blog/ultimo-estudio-sobre-la-inclusion-financiera-en-el-ecuador-2023

[4] Red de Instituciones Financieras de Desarrollo. 2023. estudio sobre la Inclusión Financiera en el Ecuador 2023 https://www.rfd.org.ec/blog/ultimo-estudio-sobre-la-inclusion-financiera-en-el-ecuador-2023

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Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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