La seguridad vial en Ecuador representa un desafío importante que requiere esfuerzos continuos. Si bien algunas cifras oficiales muestran una leve disminución en el número de siniestros, aún existen áreas clave donde se puede seguir mejorando para reducir el impacto en la sociedad y la economía. Solo en el primer trimestre de 2025, se reportaron cerca de 4.800 siniestros de tránsito a nivel nacional, que dejaron como saldo más de 560 fallecidos y más de 4.000 personas lesionadas, de acuerdo con datos de la Agencia Nacional de Tránsito (ANT) y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC). Las ciudades más afectadas siguen siendo Quito, Guayaquil y Cuenca, con los motociclistas, peatones y jóvenes entre 18 y 29 años entre los grupos más vulnerables.
Desde el punto de vista del sector asegurador, la siniestralidad vial no solo implica un desafío económico por el incremento en indemnizaciones y gastos médicos, sino que también refuerza la necesidad de fomentar una cultura de prevención en todos los niveles. Para expertos en la rama de seguros “la seguridad vial es una responsabilidad compartida que debe comenzar por la formación ética de los conductores, pero también debe ser respaldada con herramientas tangibles como el seguro vehicular, que no solo protege patrimonios, sino que salva vidas”, así lo menciona María Augusta Lucio, Gerente de Desarrollo de Negocio de Seguros Alianza
En este contexto, la aseguradora presenta un análisis del comportamiento de la siniestralidad en el país, el impacto regional y las tendencias observadas desde el ámbito asegurador. Con base en cifras oficiales y datos internos, esta radiografía busca generar conciencia y promover una movilidad más segura, responsable y protegida para todos los ecuatorianos.
Seguridad vial en cifras: una mirada al primer trimestre de 2025
Si bien los cerca de 4.800 accidentes registrados en el primer trimestre muestran una leve mejora frente al año anterior, las cifras continúan siendo motivo de preocupación, especialmente por las características de los incidentes. De acuerdo con la Agencia Nacional de Tránsito (ANT), los choques entre vehículos representan el 46,3 % de los siniestros, seguidos por pérdidas de pista (15,2 %) y atropellos (10,4 %).
Un patrón que se mantiene es la mayor incidencia en zonas urbanas, con un 61,9 % de los accidentes, y una clara predominancia de hombres entre los involucrados (74 %).
Quito destaca como la ciudad con mayor siniestralidad. Según la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT), entre enero y febrero se reportaron más de 600 accidentes y 43 fallecidos, lo que implica un incremento del 43 % en la tasa de mortalidad frente al mismo período del año pasado. Más del 70 % de las víctimas en la capital fueron peatones y motociclistas.
La imprudencia al conducir, el irrespeto a las señales de tránsito y el exceso de velocidad figuran entre las principales causas de los accidentes, tanto en Quito como en otras ciudades con alta incidencia como Guayaquil y Cuenca, según reportes de la ANT y cuerpos de control locales.
El impacto oculto de los siniestros viales y la importancia del aseguramiento
Más allá de los daños materiales, los accidentes de tránsito generan consecuencias que muchas veces pasan desapercibidas: pérdidas humanas, afectaciones a la salud, costos legales y un fuerte impacto en la economía de las familias. En casos con lesiones moderadas, el gasto médico puede alcanzar entre USD 3.000 y USD 50.000, dependiendo de la gravedad, según valores proporcionados por Seguros Alianza.
Aun así, en Ecuador solo tres de cada diez vehículos cuentan con un seguro, lo que deja a la mayoría de conductores expuestos ante imprevistos. “La cobertura de seguros no debería verse como un gasto, sino como una inversión en seguridad y tranquilidad para las familias”, afirma Lucio.
Hoy en día, nuevas dinámicas como el uso masivo de motocicletas, scooters eléctricos y la presencia de conductores jóvenes plantean retos adicionales para la seguridad vial. A esto se suma la urgente necesidad de fortalecer la formación de quienes obtienen una licencia de conducir. Promover una cultura de prevención y aseguramiento es clave para proteger vidas y reducir los impactos de los siniestros.
La siniestralidad vial no es un tema exclusivo del sector asegurador, sino que afecta directamente la economía, la salud pública y la calidad de vida de la sociedad. Por ello, las aseguradoras deben asumir un papel activo que vaya más allá de la indemnización, promoviendo la educación, la prevención y un cambio cultural hacia una movilidad más segura y responsable.