Por: David Vera, Director en la Business School de la UIDE y Ex director del INEC

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) presentó los resultados de las Cuentas Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares (CSTNRH), correspondientes a 2019 y 2023. El estudio revela que el trabajo no remunerado (TNR) —que incluye actividades domésticas, de cuidado y apoyo comunitario— generó en 2023 un Valor Agregado Bruto (VAB) equivalente al 21% del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, USD 24.964 millones.

Este nivel coloca al trabajo no remunerado por encima de sectores clave de la economía como el comercio (16,1%), la administración pública (7,4%) o la construcción (4,6%)

Además, David Vera, director de la Business School de la UIDE añade que en el contexto regional, Ecuador (21,0%) se ubica en una posición similar a Argentina (21,8%), ligeramente por debajo de México (26,3%) y Chile (25,6%), y por encima de Colombia (20,3%)

Un aporte invisibilizado, mayoritariamente femenino

El informe confirma la marcada brecha de género en la distribución del TNR:

  • Las mujeres aportan el 15,6% del PIB con su trabajo no remunerado, frente al 5,4% de los hombres
  • En términos de tiempo, por cada 100 horas de TNR, las mujeres realizan 75, lo que significa en promedio 28,7 horas semanales por mujer, frente a 11,4 horas en el caso de los hombres

El trabajo doméstico no remunerado para el propio hogar concentra el 78,4% de la producción total del TNR, y dentro de este, las tareas de preparación y servicio de comida representan el 41,4%. En esta actividad, las mujeres aportan casi el 85%

Los resultados ratifican la importancia del trabajo no remunerado como pilar oculto de la economía ecuatoriana, sostenido de manera desproporcionada por las mujeres. Esta asimetría no solo invisibiliza el aporte económico del cuidado, sino que acentúa la brecha de género en el mercado laboral: limita el tiempo disponible de las mujeres para acceder a empleos remunerados, frena sus oportunidades de formación y reduce su participación en espacios de decisión.

Aunque la Ley de Justicia Laboral (2015) incorporó avances con la creación del seguro del TNR en el IESS, el desafío sigue siendo transformar estas cifras en políticas integrales de corresponsabilidad social y de género. Esto implica fortalecer la oferta pública de servicios de cuidado, promover la redistribución de las tareas en los hogares y garantizar que el trabajo no remunerado sea considerado en el diseño de la política económica y social del país.

Las cifras del INEC deben convertirse en un insumo estratégico para la formulación de políticas públicas y privadas. Reconocer el valor del TNR significa diseñar sistemas nacionales de cuidado con financiamiento sostenible, incentivar la corresponsabilidad entre hombres y mujeres, y generar mecanismos para que el tiempo de las mujeres no siga siendo la “variable de ajuste” de la economía. Incorporar el TNR en la planificación estatal, en la negociación colectiva y en la agenda empresarial es clave para avanzar hacia un país más justo, productivo e inclusivo.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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