En Ecuador, la alimentación ha cambiado drásticamente en las últimas décadas. La vida urbana, la falta de tiempo para cocinar y el acceso cada vez más fácil a productos listos para consumir han generado una dependencia creciente de alimentos ultraprocesados. Productos como snacks empacados, embutidos, bebidas azucaradas y cereales artificiales se han vuelto comunes en la dieta diaria de miles de familias, muchas veces desplazando a los alimentos frescos y naturales.
Según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 7 de cada 10 adultos ecuatorianos tienen exceso de peso, una cifra que refleja los efectos acumulativos de una alimentación basada en productos altos en azúcares, grasas poco saludables, sodio y aditivos. Además del impacto en el peso corporal, el consumo frecuente de ultraprocesados se asocia con enfermedades crónicas, trastornos digestivos y afectaciones al bienestar emocional.
Ante este panorama, la Dra. Ana Altamirano, nutricionista de Vita Alimentos, explica: “Los alimentos ultraprocesados no solo alteran el metabolismo, también afectan la calidad del sueño, el equilibrio emocional y la salud digestiva. Es fundamental que los ecuatorianos recuperen el valor de una alimentación basada en productos reales, nutritivos y accesibles, como lácteos, frutas, cereales integrales y legumbres”.
A continuación, la especialista detalla qué le sucede al cuerpo cuando los alimentos ultraprocesados se convierten en parte habitual de la dieta diaria, y cómo esto puede afectar tanto la salud:
- Digestión lenta y desequilibrada: El consumo habitual de ultraprocesados daña la microbiota intestinal y debilita la pared del intestino. Esto genera una digestión más lenta, inflamación abdominal frecuente y desequilibrios que comprometen la absorción adecuada de nutrientes. Con el tiempo, esta alteración puede derivar en trastornos digestivos más complejos, como permeabilidad intestinal, que deja pasar toxinas y compuestos no digeridos al torrente sanguíneo, activando procesos inflamatorios y afectando directamente al sistema inmune.
- Aumento de enfermedades crónicas: Una dieta basada en productos ultraprocesados puede desencadenar una inflamación crónica silenciosa, que es la puerta de entrada a enfermedades autoinmunes, hipertensión, diabetes tipo 2 y obesidad. Esto se debe a su alta carga de azúcares simples, grasas saturadas, sodio y aditivos artificiales que alteran el metabolismo. Además, al generar dependencia por su sabor altamente estimulante, las personas tienden a rechazar alimentos naturales, lo que refuerza un círculo vicioso de malnutrición y deterioro de la salud metabólica.
- Afecta el sueño y estado emocional: Los ultraprocesados también alteran el eje intestino-cerebro, una conexión clave en la regulación emocional. Al inflamar el intestino y deteriorar la microbiota, se afectan procesos fundamentales como la producción de serotonina, vinculada al estado de ánimo, y de melatonina, relacionada con el sueño. Esto puede derivar en ansiedad, irritabilidad, insomnio y trastornos del comportamiento, especialmente en niños. La falta de sueño reparador incrementa a su vez el cortisol (hormona del estrés), generando un efecto dominó que compromete el equilibrio emocional y la capacidad de recuperación del cuerpo.
Recomendaciones para mejorar la alimentación:
Hacer un cambio de hábitos alimenticios no tiene que ser radical ni complicado. De hecho, pequeños ajustes pueden tener un impacto muy positivo en la salud física y emocional de toda la familia. A continuación, recomendaciones prácticas y accesibles para aplicarlas desde hoy:
- Intercambio alimentos en la dieta: Para reducir este tipo de alimentos de golpe es necesario reemplazarlos por versiones más naturales. Por ejemplo, cambiar los postres industriales por fruta picada con yogur natural, las galletas por tostadas integrales con mantequilla o ghee, y los snacks empacados por frutos secos, chochos con tostado o canguil casero. Estos alimentos son más nutritivos y generan mayor saciedad sin provocar adicción.
- Leer las etiquetas con atención: Uno de los hábitos más importantes es aprender a leer los ingredientes. Si un producto tiene una lista larga de aditivos, nombres difíciles de pronunciar o elementos que no están en las preparaciones habituales, probablemente es ultraprocesado. Priorizar alimentos con listas cortas, sin colorantes ni conservantes artificiales, y donde los primeros ingredientes sean naturales y nutritivos.
- Planificar Comidas y compras:Evitar la improvisación en la cocina ayuda a reducir el consumo de alimentos listos para calentar. Hacer una lista semanal de compras, planificar menús y cocinar en casa no solo mejora la calidad de la alimentación, sino que también reduce el gasto.
Una ingesta saludable comienza con decisiones informadas. En un país con una riqueza alimentaria como Ecuador, es posible comer bien, rico y nutritivo sin caer en la dependencia de los ultraprocesados. Apostar por alimentos reales, como lácteos, frutas, legumbres y cereales integrales, no solo fortalece el cuerpo, sino que también mejora la digestión, el descanso, el estado de ánimo y la calidad de vida.