José ‘Pepe’ Mujica, expresidente de Uruguay, falleció el 13 de mayo a la edad de 89 años. Se destacó por su sencillez, lucha social y compromiso con la democracia. Nacido en 1935, su vida estuvo marcada por la militancia en el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros y los años en cautiverio bajo la dictadura militar. Tras la restauración de la democracia, Mujica abandonó la lucha armada y emergió como líder del Frente Amplio, siendo electo presidente en 2009. Su mandato se destacó por reformas progresistas y la coherencia de una vida austera.

José Alberto Mujica Cordano fue un hombre que trascendió las barreras de la política para convertirse en un personaje mundial de sencillez y lucha social.

Nació el 20 de mayo de 1935 en Montevideo, Uruguay. Mujica emergió de una infancia humilde para convertirse en uno de los líderes más queridos y respetados de América Latina.

Desde joven fue testigo de las desigualdades que afectaban a su país, lo que lo llevó a involucrarse en la militancia política. Su nombre se hizo conocido en la década de 1960 cuando se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una guerrilla urbana que luchaba contra la dictadura y la represión en Uruguay.

Como miembro de los Tupamaros, Mujica participó en varias acciones armadas, lo que lo llevó a ser arrestado en varias ocasiones y a pasar casi 15 años en prisión, muchos de ellos en condiciones extremadamente duras, incluyendo largos períodos en aislamiento.

“Después de la pena de muerte, la soledad es uno de los castigos más duros”, solía decir Mujica al reflexionar sobre esos años de encierro y sufrimiento.

Tras la restauración de la democracia en Uruguay en 1985, Mujica dejó las armas para integrarse a la política formal.

Su carisma y su conexión con el pueblo le permitió ascender rápidamente en las filas del Frente Amplio, una coalición de izquierda que representaba sus ideales. En 1994 fue elegido diputado, y en 1999, senador. Finalmente, en 2009, fue electo presidente de Uruguay, cargo que ocupó entre 2010 y 2015.

Como presidente, Mujica implementó políticas progresistas que pusieron a Uruguay en el mapa mundial.

Pero lo que realmente lo distinguió fue su estilo de vida austero y el rechazo a los lujos del poder. Mujica continuó viviendo en su modesta chacra, a las afueras de Montevideo, manejando su viejo Volkswagen Beetle -el reconocido escarabajo- y donando la mayor parte de su salario presidencial a causas benéficas.

A lo largo de su vida, Mujica no estuvo solo. A su lado, en lo personal y en lo político, siempre estuvo su gran amor y compañera. Lucía Topolansky, que también integraba el MLN-T, conoció a Mujica en la década de 1970.  “Unimos dos utopías. La utopía del amor y la utopía de la militancia”, comentó Lucía en el documental El Pepe, una vida suprema.

A lo largo de su carrera, Topolansky ocupó importantes cargos, entre ellos el de senadora y vicepresidenta de la República, lo que la convirtió en una de las mujeres más influyentes del país. La relación con Mujica fue más allá de lo personal, formando una pareja política que compartió ideales, luchas y un estilo de vida austero. Juntos fueron un símbolo de compromiso con las causas sociales y la izquierda del país sudamericano.

En sus últimos años, Mujica continuó siendo una voz influyente y respetada, tanto en Uruguay como a nivel internacional. El 20 de octubre de 2020 renunció a su escaño en el Senado y se retiró así definitivamente de la política activa.

“Triunfar en la vida no es ganar, es levantarse y volver a empezar cada vez que uno cae”, expresó en su último discurso en el Senado uruguayo.

En la última entrevista, concedida a ‘The New York Times’, Mujica expresó: “La vida es una y se va. Hay que darle sentido a la vida. Hay que luchar por la felicidad humana. No solo por la riqueza”.

El exmandatario fue diagnosticado con cáncer de esófago en abril de 2024, lo que motivó que se sometiera a radioterapia, tratamiento que logró culminar pero que lo dejó muy debilitado.

La vida de un revolucionario que llegó a ser líder nacional

Hijo de una familia trabajadora, su padre, Demetrio Mujica Terra, era un pequeño granjero que luchaba para mantener a su familia. Su madre, Lucy Cordano Giorello, era hija de inmigrantes italianos.

José Mujica nació en el barrio Paso de la Arena, en Montevideo. Cuando cursaba el tercer año de escuela, su padre falleció, dejando a la familia en una situación difícil. A partir de ese momento, el cultivo y la venta de flores se convirtieron en la principal fuente de sustento para la familia.

Mujica cursó los estudios primarios y secundarios en la escuela y el liceo públicos de su barrio natal. Posteriormente, ingresó al Instituto Alfredo Vásquez Acevedo para cursar preparatorios de derecho, aunque no llegó a completarlo.

Desde joven, mostró un interés por la política y la Justicia social, influenciado por el ambiente de la época.

Su recorrido por la militancia y la lucha armada

José Mujica comenzó su militancia política en el Partido Nacional, un hecho llamativo, dado que en la actualidad este partido es uno de sus principales opositores. Sin embargo, en la década de 1960, dio un giro radical y se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), una guerrilla urbana de izquierda que utilizaba métodos como asaltos, secuestros y ejecuciones para luchar contra lo que consideraban un régimen opresivo.

Estas actividades lo llevaron a pasar 14 años en prisión, muchos de ellos bajo condiciones extremadamente duras. Mujica estuvo confinado en aislamiento, incluso en un aljibe, donde no tenía acceso a libros ni contacto humano.

En esos años, Mujica contó que llegó a comunicarse con los animales para no perder la cordura. En el film ‘La noche de 12 años‘, el director uruguayo Álvaro Brechner, reconstruyó la historia del cautiverio y aislamiento de ‘Pepe’ Mujica y otros dos líderes tupamaros, por parte de la dictadura militar uruguaya.

La experiencia de Mujica como prisionero político marcó profundamente su forma de ver el mundo y, posteriormente, su enfoque en algunas de las políticas clave durante su mandato como presidente.

Uno de los temas más controvertidos durante su Presidencia fue el intento del Frente Amplio, el partido al que pertenecía, de anular la Ley de Caducidad, que impedía la investigación de violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante la dictadura militar (1973-1985).

A pesar de ser una figura vinculada a la lucha contra la dictadura, Mujica se opuso a la anulación de esta ley. Argumentó que la medida podría reabrir heridas del pasado y desestabilizar al país, reflejando una posición pragmática sobre el difícil equilibrio entre justicia y reconciliación.

«No soy adicto a vivir mirando para atrás, porque la vida siempre es porvenir y todos los días amanece», afirmó, dejando claro que, para él, el futuro de Uruguay debía construirse mirando hacia adelante y no reviviendo el conflicto.

Esta postura generó un fuerte debate en el país, ya que la ley fue sometida a referendo en dos ocasiones antes de su Presidencia, con resultado en contra de su derogación. Aunque su decisión fue criticada por algunos sectores, Mujica mantuvo su convicción de que el foco debía estar en garantizar la paz y la estabilidad, no en “revivir viejas divisiones”.

Regreso de la democracia e ingreso de ‘Pepe’ a la vida institucional

Con el retorno de la democracia en Uruguay en 1985, Mujica, junto a otros miembros de los Tupamaros, decidió dejar atrás la lucha armada y participar en la vida política del país.

‘Pepe’, se integró al Frente Amplio, una coalición de partidos de izquierda. En 1994, Mujica fue elegido diputado y en 1999, senador. Desde estas posiciones, levantó la voz en defensa de los derechos de los trabajadores y la justicia social. En 2005 ocupó el  cargo de ministro de Ganadería y Agricultura, en el primer gobierno de la coalición de izquierda Frente Amplio, bajo la presidencia de Tabaré Vázquez.

El punto más alto de su carrera política llegó en el año 2009, cuando fue elegido presidente de Uruguay.

El 29 de noviembre de ese año, José Mujica consiguió el 54,63% de los votos en un balotaje que lo enfrentó al ex presidente uruguayo Luis Alberto Lacalle, padre de Luis Lacalle Pou.

Durante su mandato presidencial, Mujica implementó una serie de reformas progresistas que posicionaron a Uruguay como un país pionero en Derechos Humanos y libertades civiles en la región. Estas políticas fueron ampliamente elogiadas a nivel internacional y colocaron a Uruguay en el mapa global como un ejemplo de democracia progresista.

Sin embargo, lo que más llamó la atención del mundo fue el estilo de vida austero de Mujica, que optó por continuar viviendo en su modesta chacra, manejando su viejo Volkswagen Beetle, y donando el 90% de su salario presidencial a organizaciones benéficas. Fue así que se ganó el apodo de “el presidente más pobre del mundo”.

“Para vivir preciso dos o tres piecitas, una cocina, lo elemental”, dijo Mujica en una entrevista a ‘BBC Mundo’ en 2012.

El legado político de ‘Pepe’

La Presidencia de Mujica, entre 2010 y 2015, dejó una huella profunda en Uruguay y resonó a nivel global.

Uno de los logros más emblemáticos de su Administración fue la legalización del cannabis. En diciembre de 2013, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en regular de manera integral la producción, distribución y consumo de cannabis. Esta medida buscaba combatir el narcotráfico y reducir los daños asociados al consumo de drogas.

Mujica defendió esta ley como una cuestión de salud pública y Derechos Humanos, desafiando el enfoque prohibitivo que predominaba.

“No es bonito legalizar la marihuana, pero peor es regalar gente al narco. La única adicción saludable es la del amor”, dijo Mujica sobre la aprobación de esta ley.

Además, durante su mandato, Uruguay se destacó ampliamente por su compromiso con los derechos LGBTQ+En abril de 2013, el Congreso aprobó la ley que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que convirtió a Uruguay en el segundo país de América Latina -después de Argentina– en reconocer plenamente este derecho.

Mujica apoyó esta legislación con la convicción de que no se trataba de otorgar privilegios, sino de reconocer derechos que “siempre debieron ser garantizados”.

“El matrimonio gay es más viejo que el mundo (…). Dicen que es moderno y es más antiguo que todos nosotros. Es una realidad objetiva. Existe. No legalizarlo sería torturar a las personas inútilmente”, declaró Mujica al promulgar la ley.

Otro avance significativo bajo su gobierno fue la despenalización del aborto. En octubre de 2012, Uruguay aprobó una ley que permitió a las personas gestantes acceder a abortos legales durante las primeras 12 semanas de gestación.

Mujica, que personalmente no era partidario del aborto, apoyó la ley por considerarla una cuestión de salud pública y Justicia social. “Todo el mundo está contra el aborto. Pero si se le brinda apoyo a una mujer sola que toma esta decisión, hay quienes pensamos que muchas retrocederían. Por esa vía salvaríamos más vida”, dijo en una entrevista con BBC Mundo.

El compromiso de Mujica con la Justicia social también se reflejó en sus esfuerzos por reducir la pobreza y la desigualdad en Uruguay. Iniciativas como el Plan Ceibal, que proporcionó computadoras portátiles a todos los estudiantes de escuelas públicas, demostraron su visión de la educación como un motor de cambio social. Bajo su liderazgo, Uruguay experimentó una significativa reducción de la pobreza, que mejoró la calidad de vida de miles de uruguayos.

Además, la economía registró un crecimiento promedio anual del 5,4%. Esta expansión permitió reducir el desempleo al 6,5% para diciembre de 2014 y disminuir la tasa de pobreza al 11,5%. Diez años antes, en 2004, el índice de pobreza alcanzó el 39,9%, según el Instituto Nacional de Estadísticas de Uruguay.

Mujica, también conocido por su su profundo amor por la naturaleza, se convirtió en un defensor incansable de un modelo de desarrollo que priorizara el bienestar humano y la protección del planeta.

En un memorable discurso en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20) en 2012, el expresidente uruguayo cuestionó el consumismo desenfrenado y abogó por un enfoque más humano y sustentable, al afirmar que, “el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental”.

Aunque también, durante su Presidencia no todo fue color de rosas. Una de las crisis más grandes fue la quiebra de la aerolínea de bandera uruguaya Pluna. Fundada en 1932, la compañía se declaró en bancarrota en 2012 tras una gestión deficiente y la posterior subasta de sus aviones. Este escándalo provocó el procesamiento del entonces ministro de Economía, Fernando Lorenzo, y del presidente del Banco República, Fernando Calloia.

Por otro lado, en materia de educación, no logró revertir las altas tasas de repetición y abandono, que existían en la enseñanza media del país.

Y de los 39 liceos que prometió construir durante la campaña electoral, solo se terminaron nueve al finalizar su mandato, según había informado el diario ‘El Observador’. Esta fue una de las mayores críticas que recibió desde los partidos de oposición, dado que Mujica había anunciado “educación, educación y otra vez educación” en su discurso de asunción presidencial.

La huella del líder uruguayo en la escena mundial

El impacto de José ‘Pepe’ Mujica en la política mundial fue notable por su estilo de liderazgo austero, sus convicciones firmes y su enfoque en los Derechos Humanos y la Justicia. A pesar de haber sido el presidente de un país pequeño como Uruguay, Mujica logró captar la atención internacional por su autenticidad, lo que contrastaba con la imagen de muchos líderes mundiales.

Durante su mandato, Mujica fue frecuentemente elogiado por su discurso sobre la equidad y su lucha contra el consumismo. Barack Obama lo describió como “un líder a lo largo de todo el hemisferio”.

Su discurso en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2013 marcó un hito. Mujica criticó abiertamente el modelo económico global, el consumismo desmedido y la falta de preocupación por el medio ambiente, al destacar que, “sería imperioso lograr grandes consensos para desatar solidaridad hacia los más oprimidos, castigar impositivamente el despilfarro y la especulación”.

En América Latina, Mujica mantuvo una relación cercana con varios presidentes, aunque siempre desde una postura independiente y crítica.

Su amistad con líderes como Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Fernández de Kirchner reflejó su afinidad ideológica, pero también fue conocido por sus opiniones francas. Sobre Venezuela, por ejemplo, aunque respaldó la soberanía de sus gobiernos, no dudó en señalar los errores de Nicolás Maduro.

Maduro está loco como una cabra, pero es el presidente de Venezuela”, dijo en 2016, en una entrevista con medios locales.

Mujica también jugó un papel clave en los foros regionales como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Mercado Común del Sur (Mercosur). 

Durante su presidencia, trabajó por la integración regional y el fortalecimiento de la cooperación entre los países latinoamericanos, en el que promovió la unión frente a los desafíos globales. Su cercanía con el expresidente brasileño Lula fue crucial para consolidar la alianza estratégica entre Uruguay y Brasil, lo que facilitó importantes acuerdos comerciales y energéticos en la región.

Incluso el recién fallecido papa Francisco lo describió en su momento como un “hombre sabio”, mientras que líderes como Ban Ki-moon, exsecretario general de la ONU, destacaron su capacidad para “inspirar a las generaciones futuras”.

A través de su ejemplo de vida sencilla y su defensa de los valores humanos por encima de los intereses económicos y políticos, Mujica dejó una huella imborrable en Uruguay, la política mundial y en la conciencia colectiva de América Latina. 

Fuente https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20250513-muere-pepe-mujica-el-tupamaro-que-se-convirti%C3%B3-en-presidente-de-uruguay

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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