Por: Tania Palacios. Docente de Negocios UIDE Guayaquil

En el contexto de los profundos cambios globales en las cadenas de suministro, el fenómeno del nearshoring se perfila como una alternativa estratégica para países de América Latina. Esta tendencia consiste en reubicar operaciones productivas cerca del mercado objetivo —particularmente Estados Unidos— en respuesta a la creciente inestabilidad geopolítica, las disrupciones logísticas derivadas de la pandemia y los costos crecientes del offshoring tradicional en Asia.

Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el nearshoring podría representar una oportunidad adicional de exportaciones por al menos 78.000 millones de dólares anuales para la región. México, Brasil, Argentina, y Centroamérica han sido destacados como potenciales beneficiarios, pero países como Ecuador podrían insertarse con mayor fuerza si consolidan su infraestructura logística y marco normativo.

En este escenario, Guayaquil emerge como una ciudad con alto potencial para convertirse en un centro de exportación regional. Su ubicación estratégica sobre el Pacífico, junto a su sólida infraestructura portuaria —con el Puerto Marítimo de Guayaquil y el nuevo Puerto de Aguas Profundas de Posorja— constituyen ventajas competitivas. A esto se suma un entorno económico dolarizado, que ofrece estabilidad monetaria a inversionistas internacionales y facilita el comercio con mercados dolarizados como Estados Unidos.

Asimismo, sectores clave como el agroexportador, la acuacultura (especialmente el camarón, cuyas exportaciones superaron los 7.000 millones de dólares en 2023, según cifras del Banco Central del Ecuador), y la manufactura ligera, han demostrado capacidad de adaptación a estándares internacionales de inocuidad, trazabilidad y sostenibilidad, fundamentales para insertarse en cadenas de valor globales.

No obstante, la atracción de inversión extranjera asociada al nearshoring enfrenta desafíos estructurales. La ausencia de un tratado de libre comercio con Estados Unidos limita la competitividad frente a países como México o Colombia. A ello se suman obstáculos como la burocracia aduanera, los cuellos de botella logísticos internos y los problemas de inseguridad que afectan la percepción de riesgo país.

Expertos en comercio internacional coinciden en que, con reformas orientadas a mejorar la eficiencia aduanera, inversión en zonas francas industriales, y el fortalecimiento de infraestructura secundaria (carreteras, energía, conectividad digital), Guayaquil podría posicionarse como un nodo estratégico para empresas que buscan eficiencia operativa, cercanía a Norteamérica y una plataforma logística confiable.

La ventana de oportunidad que abre el nearshoring no será permanente. Dependerá de la capacidad de los actores públicos y privados para articular una visión compartida de desarrollo productivo, capaz de convertir la coyuntura en una transformación estructural del modelo exportador ecuatoriano.

Por Yazmín Bustán

Feminista. Trabajando en visibilizar el trabajo que hacemos las mujeres,

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