- Según la Organización Panamericana de Salud cerca de 10 millones de personas en la región viven con algún tipo de hepatitis viral sin saberlo.
- En Ecuador, según el Ministerio de Salud Pública el grupo más afectado con hepatitis B en lo que va del 2025 son personas entre 20 a 49 años, con un total de 111 casos.
Aunque la hepatitis es una de las enfermedades más comunes en América Latina, sigue envuelta en desinformación. Se estima que más de 10 millones de personas en la región viven con algún tipo de hepatitis viral, muchas sin saberlo. En Ecuador, según datos del Ministerio de Salud Pública, los casos de hepatitis B han tenido un repunte con 111 casos en lo que va del año, principalmente por diagnósticos tardíos y falta de conciencia sobre las formas reales de contagio.
Uno de los grandes errores es pensar que la hepatitis B solo se transmite por contacto sexual o por el uso de sustancias intravenosas, cuando en realidad también puede propagarse a través de prácticas estéticas como tatuajes o piercings, el uso de objetos contaminados, procedimientos médicos inseguros o incluso dentro del entorno familiar si hay una persona infectada. A esto se suma la falsa creencia de que solo afecta a ciertos grupos etarios, cuando en realidad puede impactar a cualquier persona, sin importar su edad o género.
“La mejor herramienta que tenemos es la información. Es fundamental conocer los tipos de hepatitis, cómo se contagian y, sobre todo, cómo se pueden evitar. Lavarse bien las manos, asegurarse de que las agujas o instrumentos sean esterilizados y tener al día las vacunas disponibles son pasos claves. Además, realizarse chequeos periódicos ayuda a detectar a tiempo posibles infecciones asintomáticas”, recomienda la Dra. Margarita Barahona, Subgerente Médica de Humana S.A., quien insiste en la importancia de no subestimar esta enfermedad silenciosa.
Hablar con la familia, informarse con fuentes confiables y acudir al médico una vez al año pueden hacer la diferencia. Porque romper los mitos alrededor de la hepatitis no solo nos protege a nivel individual, sino que contribuye al bienestar colectivo. La prevención no comienza en el consultorio, sino en nuestras decisiones cotidianas.